El Norte de Quintana Roo se viste de fiesta en verano con la presencia del tiburón ballena, considerado como el embajador de los mares, el pez más grande que existe en el planeta y que pese a su gran tamaño, se alimenta de las especies más pequeñas: plancton, huevas de pescado y peces pequeños.
El buzo Alberto Friscione Carrascosa nos habla en esta ocasión de este curioso y pacÃfico ejemplar, que puede observarse desde los meses de mayo a septiembre en Holbox, Cabo Catoche, Isla Contoy y en el Mar Azul, al Norte de Isla Mujeres.
Su nombre cientÃfico es Rhincodon typus, que significa “dientes ásperos” y adquiere el nombre común de tiburón ballena porque tiene las caracterÃsticas de un tiburón y el tamaño de una ballena; sus expectativas de vida son de 80 a 100 años, mide hasta 15 metros y llega a pesar 18 toneladas.
Se le conoce también con otros diferentes nombres como Sarda, Gomero, Dominó y Gigante Gentil.
Cuenta Friscione Carrascosa a los lectores de POR ESTO! de Quintana Roo que nadie conoce a ciencia cierta cuál es su ruta migratoria, aunque se cree que estos enormes representantes del reino animal dan la vuelta al Golfo de México aprovechando la Golf Streem, entran en las islas del Caribe y terminan su recorrido anual en Plasencia, Belice, donde se encuentra el arrecife de Glaven Spit.
“Cuando llegan a este arrecife se alimentan de la hueva de los pargos, especie que por lo general permanece a unos 50 metros de profundidad y siguiendo una misteriosa orden genética suben hasta los 40 ó 50 pies para depositar sus huevos, entonces el mar se vuelve blanco y es todo un espectáculo ver a los tiburones ballena devorarlos”.
Agrega que después de este suculento banquete desaparecen hasta que de nuevo pueden ser observados en nuestras costas.
“Se ven durante los meses de mayo a septiembre, principalmente en Holbox, Cabo Catoche e Isla Contoy, ya declarados como reserva del tiburón ballena, pero además también pueden encontrarse en el denominado Mar Azul, al Norte de Isla Mujeres, donde se han llegado a encontrar comunidades de hasta 200 tiburones ballena juntos; de hecho, donde se ha contabilizado un mayor número de estos ejemplares es en Quintana Roo, donde en ocasiones se han visto hasta 400”.
Nos revela que Rafael de la Peña y otros expertos en el tiburón ballena se dedican a la tarea de marcarlos de manera sistemática y educada, bien con etiquetas en las que figuran las palabras “proyecto Dominó” o con otras satelitales, que permiten seguir sus movimientos y de este modo saber cuál es su ciclo y dónde se dirigen exactamente tras abandonar las aguas de Belice.
“En la tarde y noche permanecen en las profundidades del mar, llegan a bajar hasta los 500 metros de profundidad, mientras que en el dÃa suben para alimentarse y es cuando los turistas aprovechan para nadar junto a ellos, convirtiendo la experiencia en algo inolvidable”.
Señala que son completamente inofensivos para el hombre y se encuentran en todos los mares tropicales y subtropicales del mundo; es una especie que ha motivado a los amantes de la vida marina a ir en su busca a lugares como las Galápagos, Colombia, Costa Rica e incluso Australia, donde pueden observarse en el arrecife de Mindala.
“Es un agasajo vivir en Quintana Roo, donde los tenemos durante el verano y podemos observarlos, pero hay que ser conscientes y cuidar el recurso, de hecho el gobierno del estado junto a los prestadores de servicios turÃsticos hacen un gran esfuerzo para proteger a esta especie”.
En este sentido, manifestó que los prestadores de servicios turÃsticos que deseen participar en esta actividad de avistamiento y nado con tiburones ballena deben cumplir ciertos requisitos, entre los que destacan contar con un permiso de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas, un permiso de Vida Silvestre expedido por la Semarnat y haber tomado previamente cursos de fisiologÃa del tiburón ballena y cursos de guÃa de turismo.
En lo que respecta a las especificaciones, las embarcaciones no pueden ser mayores de 40 pies de eslora y sus motores tienen que ser fuera borda, de preferencia de cuatro tiempos; no deben llevar más de diez personas a bordo, solamente puede haber dos turistas en el agua acompañados de un guÃa y todos deben llevar chaleco salvavidas.
“Si cuidamos esta especie puede darle mucho a Quintana Roo, no solamente en el sentido económico sino también en lo moral, además de adquirir sensibilidad hacia el entorno que nos rodea”
El buzo Alberto Friscione Carrascosa nos habla en esta ocasión de este curioso y pacÃfico ejemplar, que puede observarse desde los meses de mayo a septiembre en Holbox, Cabo Catoche, Isla Contoy y en el Mar Azul, al Norte de Isla Mujeres.
Su nombre cientÃfico es Rhincodon typus, que significa “dientes ásperos” y adquiere el nombre común de tiburón ballena porque tiene las caracterÃsticas de un tiburón y el tamaño de una ballena; sus expectativas de vida son de 80 a 100 años, mide hasta 15 metros y llega a pesar 18 toneladas.
Se le conoce también con otros diferentes nombres como Sarda, Gomero, Dominó y Gigante Gentil.
Cuenta Friscione Carrascosa a los lectores de POR ESTO! de Quintana Roo que nadie conoce a ciencia cierta cuál es su ruta migratoria, aunque se cree que estos enormes representantes del reino animal dan la vuelta al Golfo de México aprovechando la Golf Streem, entran en las islas del Caribe y terminan su recorrido anual en Plasencia, Belice, donde se encuentra el arrecife de Glaven Spit.
“Cuando llegan a este arrecife se alimentan de la hueva de los pargos, especie que por lo general permanece a unos 50 metros de profundidad y siguiendo una misteriosa orden genética suben hasta los 40 ó 50 pies para depositar sus huevos, entonces el mar se vuelve blanco y es todo un espectáculo ver a los tiburones ballena devorarlos”.
Agrega que después de este suculento banquete desaparecen hasta que de nuevo pueden ser observados en nuestras costas.
“Se ven durante los meses de mayo a septiembre, principalmente en Holbox, Cabo Catoche e Isla Contoy, ya declarados como reserva del tiburón ballena, pero además también pueden encontrarse en el denominado Mar Azul, al Norte de Isla Mujeres, donde se han llegado a encontrar comunidades de hasta 200 tiburones ballena juntos; de hecho, donde se ha contabilizado un mayor número de estos ejemplares es en Quintana Roo, donde en ocasiones se han visto hasta 400”.
Nos revela que Rafael de la Peña y otros expertos en el tiburón ballena se dedican a la tarea de marcarlos de manera sistemática y educada, bien con etiquetas en las que figuran las palabras “proyecto Dominó” o con otras satelitales, que permiten seguir sus movimientos y de este modo saber cuál es su ciclo y dónde se dirigen exactamente tras abandonar las aguas de Belice.
“En la tarde y noche permanecen en las profundidades del mar, llegan a bajar hasta los 500 metros de profundidad, mientras que en el dÃa suben para alimentarse y es cuando los turistas aprovechan para nadar junto a ellos, convirtiendo la experiencia en algo inolvidable”.
Señala que son completamente inofensivos para el hombre y se encuentran en todos los mares tropicales y subtropicales del mundo; es una especie que ha motivado a los amantes de la vida marina a ir en su busca a lugares como las Galápagos, Colombia, Costa Rica e incluso Australia, donde pueden observarse en el arrecife de Mindala.
“Es un agasajo vivir en Quintana Roo, donde los tenemos durante el verano y podemos observarlos, pero hay que ser conscientes y cuidar el recurso, de hecho el gobierno del estado junto a los prestadores de servicios turÃsticos hacen un gran esfuerzo para proteger a esta especie”.
En este sentido, manifestó que los prestadores de servicios turÃsticos que deseen participar en esta actividad de avistamiento y nado con tiburones ballena deben cumplir ciertos requisitos, entre los que destacan contar con un permiso de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas, un permiso de Vida Silvestre expedido por la Semarnat y haber tomado previamente cursos de fisiologÃa del tiburón ballena y cursos de guÃa de turismo.
En lo que respecta a las especificaciones, las embarcaciones no pueden ser mayores de 40 pies de eslora y sus motores tienen que ser fuera borda, de preferencia de cuatro tiempos; no deben llevar más de diez personas a bordo, solamente puede haber dos turistas en el agua acompañados de un guÃa y todos deben llevar chaleco salvavidas.
“Si cuidamos esta especie puede darle mucho a Quintana Roo, no solamente en el sentido económico sino también en lo moral, además de adquirir sensibilidad hacia el entorno que nos rodea”